Rania y su esposo Sameh (sus nombres reales se ocultan por razones de seguridad) vivían en un pequeño pueblo cerca de El Cairo, la capital de Egipto. La pareja siguió con fervor los rituales del Islam hasta que un día todo cambió. Sameh conoció a Jesús y se hizo cristiano.
Según Puertas Abiertas, Rania lo criticó y tuvo miedo porque estaban rodeados de vecinos y familiares musulmanes que estarían dispuestos a matarlos si se enteraban de la conversión. Al mismo tiempo, el hijo mayor de la pareja enfermó gravemente y casi muere.
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Estaba ardiendo de fiebre cuando Sameh se arrodilló y comenzó a orar por ella, pero Rania pensó que no importaba hasta que sucedió un milagro. Durante la oración de Sameh, el niño dejó de temblar y su temperatura volvió a la normalidad.
Cuando terminó, el niño abrió los ojos y dijo: “Vi a Jesús en la cruz mirándome. Me llamó y me dijo: Hijo, despierta». Rania estaba en shock en ese momento y ya no podía mantenerse en pie.
Se arrodilló junto a su esposo, agradeció a Dios que lo supiera y entregó su vida a Jesús, pero debido a la persecución de los cristianos en Egipto, la familia comenzó a vivir su fe en secreto durante unos años.
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Cuando los vecinos comenzaron a sospechar de los hechos, la familia huyó de la ciudad y se mudó a un lugar donde había otros cristianos clandestinos. La familia comenzó a estudiar las Escrituras y encontró su nueva identidad en Cristo.
Se hicieron discípulos, recibieron formación bíblica y fundaron una iglesia en casa, donde ahora acogen a otros cristianos perseguidos que caminaban solos como ellos.
Fuente de información: ImpactoEvangelistico.