El ayuno a nivel bíblico es una práctica espiritual que implica abstenerse de comida o bebida por un período de tiempo determinado, con el propósito de enfocarse en la oración, la meditación y la reflexión.
En la Biblia, el ayuno se menciona en numerosas ocasiones como una forma de buscar la voluntad de Dios, arrepentirse de pecados, pedir por ayuda en tiempos de necesidad, fortalecer la fe, y expresar humildad y devoción a Dios.
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El ayuno también puede ser una forma de negarse a sí mismo y buscar una mayor conexión con Dios, así como un medio para disciplinar el cuerpo y la mente. En el Nuevo Testamento, Jesús y los apóstoles practicaron el ayuno, y en varias ocasiones, Jesús enseñó sobre la importancia del ayuno como una forma de buscar a Dios.
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Sin embargo, la Biblia también advierte contra el ayuno como una forma de aparentar piedad o de buscar el reconocimiento humano, en lugar de hacerlo con un corazón sincero y humilde ante Dios. En Mateo 6:16-18, Jesús enseña a sus seguidores que deben ayunar en privado, sin alardear de su práctica, sino con la intención de agradar a Dios y buscar su voluntad.
Es importante que a la hora de ayunar sea de forma sincera y genuina, de otro modo será totalmente en vano y solo estarás dejando de comer. Pero, que nos dice la palabra a cerca de ayunar y de que modo hacerlo:
Mateo 6:16-18
16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos denudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
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En conclusión, el ayuno también es una forma de buscar la ayuda y la guía de Dios. Quienes viajaron de regreso a Jerusalén ayunaron para demostrar que pedían la ayuda de Dios con sinceridad (Esdras 8:21-23). Pablo y Bernabé a veces ayunaban antes de nombrar ancianos en las congregaciones (Hechos 14:23).